Ocurrió cuando apenas se llevaban disputados 30 minutos de la primera parte. El Valencia ganaba 0-1 en Anoeta, balón largo hacia Roberto Soldado que este pica ante la salida del portero de la Real para establecer un demoledor 0-2 que hubiese sido casi definitivo pero... no fue así. Bravo, el cancerbero blanquiazul tocó lo justo el esférico con la punta de los dedos para desviarlo y evitar que llegase a la portería. Hasta ahí todo normal, si no fuese por que Bravo estaba casi un metro fuera de su área.
A estas horas, aún seguimos esperando a que Fernández Borbalán, el colegiado del encuentro pite esa falta, que inexplicablemente no fue vista ni por él, ni por sus ayudantes.
Ahora volvemos al debate de siempre, con los millones de euros que se juegan los clubes de fútbol, y con la crisis económica y financiera en que se ven inmersos la mayoría de ellos, ¿no va siendo ya hora de aplicar la tecnología al mundo del balompié? Este es un claro ejemplo de que una decisión errónea manda al traste toda la temporada, y no sólo eso, el Valencia deberá vender a sus mejores jugadores este verano por no clasificarse para la Champions League, algo que se evitaría fácilmente con un simple y rápido visionado de la repetición de la jugada.
Por algún extraño motivo, aplicar los avances tecnológicos para ayudar al arbitraje no interesa en el mundo del fútbol, o mejor dicho, no interesa a unos pocos, que son los que mandan.
Y dicho esto, tampoco se debe excusar la no clasificación para la Champions League con este error arbitral, pues la trayectoria de los de Mestalla en la primera vuelta de la competición dejó mucho que desear, pero al César, lo que es del César, y lo cierto es que en el partido de ayer hubo un claro perjudicado.
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